Al caer la tarde, mientras el sol comienza a despedirse y tiñe el cielo de tonos anaranjados y violetas, me encuentro reflexionando sobre el amor que he sentido por ti. Quiero que sepas, aunque las palabras a veces parezcan insuficientes, que te he amado y te amaré hasta el último latido de mi corazón. Este amor no es solo un susurro en la brisa; es un grito profundo, una declaración que atraviesa el tiempo y el espacio, un eco que resuena en cada rincón de mi ser.
Recuerdo aquellos días en que nuestras risas llenaban el aire, como si el mundo se detuviera solo para nosotros. Cada momento compartido era un regalo, un instante suspendido en el tiempo que atesoraré eternamente. Tus ojos, esos faros que iluminaron mis noches más oscuras, me hablaban sin necesidad de palabras. En su profundidad, encontré un refugio, un lugar donde podía ser yo mismo, sin máscaras ni temores.
A veces, me pregunto si alguna vez podré transmitir todo lo que siento. Las palabras se escapan de mis labios como mariposas, bellas pero efímeras, y temo que nunca logren capturar la esencia de lo que hemos vivido. Sin embargo, aquí estoy, intentando plasmar en estas letras el torrente de emociones que me embarga. Te he amado con cada fibra de mi ser, con cada latido que resuena en mi pecho, como un tambor que marca el ritmo de nuestra historia.
El amor que siento por ti es como un río caudaloso, que fluye sin cesar, desbordándose en cada rincón de mi vida. Ha sido un viaje lleno de paisajes hermosos y a veces tormentosos, pero siempre contigo a mi lado, la travesía ha valido la pena. Cada risa compartida, cada lágrima derramada, cada abrazo que nos unió en momentos de incertidumbre, han tejido una red de recuerdos que jamás se desvanecerán.
A medida que el día se convierte en noche, una sensación de melancolía me envuelve. La idea de que mañana podría no estar aquí me aterra, pero también me llena de una paz extraña. Si mañana no estoy, quiero que recuerdes cada palabra que te he dicho, cada mirada que hemos compartido y cada silencio que nos unió. Quiero que lleves contigo la certeza de que mi amor por ti trasciende cualquier barrera, que es un fuego que nunca se extinguirá, incluso si las circunstancias nos separan.
En cada rincón de mi memoria, hay un pedazo de ti. Desde el aroma de tu piel hasta el sonido de tu risa, cada detalle se ha grabado en mí como un tatuaje invisible. Si alguna vez sientes que me has perdido, recuerda que siempre seré parte de ti, como el viento que acaricia tu rostro o la luna que vigila tus sueños.
Quiero que sepas que no hay un final en este amor. Aunque la vida nos lleve por caminos inciertos, cada latido que compartimos se convierte en un hilo que nos une, un lazo que ni el tiempo podrá romper. Te amé hasta el último latido, y si el destino decidiera separarnos, quiero que encuentres consuelo en el hecho de que mi amor será un faro que te guiará en la oscuridad.
Así, mientras la noche cae y las estrellas comienzan a brillar en el vasto cielo, cierro los ojos y te imagino. Te llevo conmigo en cada sueño, en cada suspiro, en cada latido que aún resuena en mi pecho. Y si mañana no estoy, recuerda: te amé, y siempre lo haré, hasta el último latido.